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  Quien soy yo
 

Quien soy yo

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<p><center><h1>FUNDACIÓN AUTOESTIMA</h1></center>&nbsp;</p>

<p><img src="../index/imagen/eclipsejjpeg.jpg" width="851" height="768" /><strong></strong></p>

<strong><h1>¿Quién Soy Yo?</h1></strong>

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    <strong>Está fue la pregunta de Moisés a Dios, cuando  Dios le encomendó liderizar la emancipación de su pueblo Israel. Hoy, a pesar  de tener más acceso que nunca a la informática, a la tecnología, a la  bioquímica, a la medicina, a la física y a lo científico, el “quién soy” para  muchos, es una pregunta sin respuesta. Moisés le pregunta a Dios: Si ellos me  preguntasen: ¿Cuál es tu nombre?, ¿qué le responderé? Y respondió Dios a Moisés  desde la zarza ardiente: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: A si dirás al los hijos de  Israel: YO SOY me envió a vosotros. Es exactamente, el tema que quiero  desarrollar, autoestima: “Yo soy, el que soy”. ¡Acaso tú podrías responder a  esa pregunta!  Cuántas páginas se habrán escrito en todas las  leguas, cuántas teorías, esquemas, modelos, dogmas, para responder a esta  pregunta ingenua en apariencia: ¿quién soy yo? Los matemáticos al comienzo y  después los filósofos y mas recientemente los físicos, han elaborado teorías y  modelos del hombre, sin poder en forma apodíctica, descubrir el significado de  éste en el planeta. Los líderes espirituales propusieron doctrinas y teologías  fundamentales de salvación y condenación para afirmar la trascendentalidad y el  sentido imperecedero del hombre.</strong></p>

  <p><strong>    Los psicólogos y psiquiatras y otros muchos  profesionales del hombre han intervenido tratando de analizarlo, entenderlo,  explicarlo. La razón de toda de toda esta aventura es darnos una respuesta  definitiva a la pregunta inicial de ¿quién soy yo? Kierkegaard resaltó esta  búsqueda y después lo siguieron, entre otros, Freud, Jung, Allport, Maslow,  Rogers, Perls, Frankl. Erick Fromm hablo de la “paradoja del hombre”  coincidiendo con Kierkegaard.    No se debe pensar despreciativamente sobre la  paradoja. La paradoja es fuente de la pasión del pensador y el pensador sin  paradoja, es como el amante sin sentimiento, una vil mediocridad. Kierkegaard.    Nuestra búsqueda del hombre no tendría sentido  sin comenzar a entender la paradoja. Ernest Bencker en su libro The Denial of  Death lo expresa así: <br />

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  <p><strong>Esta es la paradoja: el hombre está fuera de la  naturaleza y desesperadamente en ella, él es dual, arriba en las estrellas y  albergado en un cuerpo que respira con un corazón que late y que tiempo atrás  perteneció a algún pez y que aun porta las agallas para probarlo. Su cuerpo es  un envoltorio material de carne, ajeno a él en muchas maneras, siendo la forma  más extraña y más repúgnate el hecho que duele y sangra y eventualmente se  destruirá y morirá. El hombre está literalmente partido en dos: Tiene  conciencia de su propia espléndida unidad, ya que sobresale en la naturaleza  con una majestad importante y sin embargo, vuelve a la tierra a unos pocos  pasos, para siega y torpemente descomponerse y desaparecer para siempre. Esta  en este dilema y tener que vivir con el, es aterrador. Backer, 1973,26 </strong></p>

  <p><strong>    Escasamente nuestro mundo occidental, donde todo se lleva razonamientos y  palabras, análisis y formulas, apenas si hemos a mirar al hombre mismo,  teniendo en cuenta lo que escribe Rainer María Rike:    No busques por el momento respuestas que pueden  ser formuladas porque carecería usted de la capacidad en el instante, de  ponerlas en prácticas, de “vivirlas”. Y precisamente, se trata de vivir todo.  No viva por el momento sino sus propias preguntas. Pudiera ser, sólo con  vivirlas, que usted terminará por llegar un día, casi sin darse cuenta, hasta  las respuestas. Rike, 1982,30    Parafraseando a Kierkegaard, Carl Rogers: “Yo  soy la persona que realmente soy… yo soy mi propia experiencia. Frederick  Perls, el psiquiatra berlina: “Yo soy y tú eres tú. No estoy en este mundo para  vivir según tus expectativas, ni tu estás para vivir según la mías”. Y Gertrude  Stein: “Una rosa es una rosa”, lo único que se puede decir de un ser vivo, yo  soy, el que soy. La misma afirmación del Señor, a Moisés, en la zarza.</strong></p>

  <p><strong>    En una ocasión solemne, le preguntaron a un  sabio chino: “¿Cómo podré señor, escaparme del fuego del sufrimiento?” Y el  sabio miró a su interlocutor y le respondió: “Metiéndote en el fuego del  sufrimiento” a lo que el hombre respondió, ya lo sabía maestro. La única forma  de salir es entrando. La única forma de vivir es viviendo. Esto es obvio y  paradójico. Lo obvio es lo que somos. Lo paradójico es querer evadir una  experiencia que vivimos, sentimos y sufrimos. Es no querernos meter en ella, ni  asumirla, ni responsabilizarnos de ella y no querer correr con las  consecuencias.

  Meterse hasta el centro mismo del dolor, de la  rabia o el miedo y ponerse en contacto con la experiencia misma, es el único  camino para llegar a obtener respuestas. En el ahora, vivir, respirar, comer,  dormir, sentir, doler, padecer, gozar, tocar, ver, amar, llorar, sin escape de  lo racional que racionaliza, nominaliza, teoriza y distorsiona la experiencia  concreta. Metiéndome en mi dolor, llegaré a mi centro, a mi energía, a mi fuerza  y congruencia y paz interna. Metiéndome en mi rabia llegaré a mi fuerza  creativa, la que busca y encuentra alternativas y maneras de crear soluciones. </strong></p>

  <p><strong>    Metiéndome en mi miedo, llegaré a mi valor y  coraje para vivir. Vivir es la experiencia de estar vivo, de meterme en la  vida, céntrame en ellas. Un conocimiento” especial en mi propio significado y  una manera de sentir mi propia identidad en el aquí y ahora. Mi experiencia es  estar consciente de que soy en cada instante.    Cada quien tiene su propio libro que escribir,  centrado en su propia experiencia: Siendo tensión y siendo dolor de cabeza y  siendo fastidio y siendo confusión y siendo lo que es, en el aquí y ahora.  “¿Quién soy yo?” “Lo que soy en este preciso momento: Mi experiencia, la mía  propia”. El hombre, es la persona misma, su sí mismo, su experiencia completa.  Los esquimales dicen que el hombre se compone de tres partes: Su cuerpo, su  alma y su cuerpo. Estoy muy de acuerdo con esa afirmación, Dios fue quien  primero lo dijo:

    Y el mismo Dios de paz os santifique por  completo; y todo vuestro ser espíritu, alma y cuerpo, sea guardado  irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1Tesalonisenses 5:23<br />

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  <p><strong>Autoestima es hoy una palabra importante. En la  relación familiar, sabemos que es importante el amor, el afecto, el respeto, el  reconocimiento y la valoración por parte de todos los miembros de la familia. Y  el cómo se siente cada uno dentro de su hogar, es mucho de cómo se ha  estructurado la autoestima de la casa. En la escuela se habla de autoestima.

  Se le ayuda al niño, al menos en teoría, creer en sí y valorarse. Y se dice que  el rendimiento está más en función de la autoestima que en función del  mobiliario, personalidad del maestro, metodología del aprendizaje o filosofía  de la educación. Aquello de “la letra con sangre entra”, ha cedido ante la  evidencia de que cuando el niño se siente valorado, reconocido y apreciado, su  apertura y disposición para aprender es considerablemente mayor.    En la pareja se piensa que la relación y en la  escogencia misma de una pareja va de acuerdo con la propia autoestima y  valoración de sí mismo. El desenvolvimiento de la relación, el manejo de la  cotidianidad, de los conflictos y demás situaciones, depende del grado de  autoestima. Una pareja con autoestima alta tiene una forma diferente de cómo  relacionarse con clara conciencia de sus necesidades, discriminando éstas de  expectativas y necesidades ajenas que hacen de la relación una fuente  interminable de frustración y resentimiento. </strong></p>

  <p><strong>    Con autoestima, se puede ver al otro como se ve  lo diferente, sin tratar de hacerlo igual. Se puede establecer contactos  efectivos, sin manipulación ni utilizar al otro para conseguir, engañosamente,  lo que se quiere. Vivir centrado en sí, no centrado en el otro, auque tomando en  cuenta al otro como parte del contexto, es usar la creatividad para negociar y  llegar acuerdos; donde cada quien sea su “sí mismo” propio, evitando las  incongruencias y el malgasto de energía y de la vida entera, en la absurda  tarea de que los demás sean como yo.    Si me autoestimo, me valoro y quiero, asumo riesgos, soy  efectivo en la comunicación, creando y manteniendo relaciones con otros,  estableciendo límites y procedimientos que me permiten contacto efectivo y  permanente. Si queremos ir aún más lejos, podemos adentrarnos en lo existente a  nuestro alrededor y reflexionar sobre ese fenómeno de discriminación y  prejuicio social que llamamos marginalidad. La vemos, la sufrimos, sin saber  exactamente que hacer. Existe entre los pobres y los afluentes, entre los  ignorantes y los letrados. &nbsp;</p>

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<p><strong>Víctor  Díaz</strong><br />

  <strong>Fundador  y terapeuta familiar.</strong></p>

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<p>Estudio de  apoyo en la Mentalidad del Reino. <br />

  <u>Centro Integral De La Familia. “DOKIME”</u>. (Una Rama De Fundación Auto Estima). <br />

  Pastor y Colaborador:  Leobardo Jaimes Duarte. <br />

  Imeil: mrrf_7@hotmail.com </p>

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