
CAMINANDO EN EL PROCESO DE CRISTO JESÚS. Hebreos 12:2-4. Gálatas 2:20.
Tenemos que aprender a ver al Señor Jesús en todo aspecto de nuestra vida si es que queremos correr la carrera victoriosamente (su caminar, su comportamiento y sus palabras), solo viendo a Jesús uno puede despojarse de todo contra peso y del pecado que nos asedia; solo poniendo nuestros ojos en Él, podemos correr con paciencia esta carrera, y lo que nos falta por delante.
1 Corintios 9 24-27. Esta carrera demanda que nos abstengamos de lo que no es licito ni conveniente para el hijo de Dios. Demanda objetividad y certidumbre del propósito al cual uno debe de arribar: Al Premio del Supremo Llamamiento, y debemos correr a ello de tal manera que lo obtengamos, que se vea que lo vamos logrando, que lo vamos teniendo y manifestando, a través de nuestras acciones y estilo de vida. Filipenses 3:12-15. -La cuestión no es de que si te caes, ahí te quedes tirado, no es de que si te desvías, sigas en esa desviada dirección, ¡no! LA CUESTIÓN ES PROSEGUIR HASTA MANIFESTAR A LO QUE CRISTO NOS HA LLAMADO, Y DEJARLO A LA POSTERIDAD.
Pero para poder seguir hacia la meta, tenemos que seguir AL QUE YA HA LLEGADO A LA META, este es: JESÚS, sus santos y sus mártires de antaño. Tenemos que seguir las pisadas del Señor a través de sus diferentes ejemplos, figuras, metáforas y parábolas (1 Pedro 2:21). Las Escrituras tienen muchos ejemplos que nos ayudarán en nuestro caminar (1 Cor. 10:6, 11. 1 Ped. 1:10-12. Sant. 5:10). Pero aquí encontramos buenos y malos ejemplos. La misma Biblia nos dice:
Examinadlo todo, retened lo bueno. Absteneos de todo mal (toda especie de mal) (1 Tes. 5:21-22). Tenemos que aprender a retener lo justo, lo necesario, lo que se necesita para poder llegar y manifestar; lo que es necesario para poder construir lo que debemos de construir (como Noé cuando construyó el Arca). No podemos actuar, correr o militar a la ligera. 1 Cor. 9:24-27 nos dice que cuando conoces lo que quieres y la encomienda de lo que tienes que llevar a cabo: "CORRED" (milita, actúa, acciona) de tal manera que lo obtengáis. Corre de tal manera que puedas manifestar o materializar la gracia que Dios te ha dado.
Cuando Adán y Eva estaban en el huerto, no había Antiguo ni Nuevo Testamento (Antiguo o Nuevo Pacto), es más ni la Biblia existía. Sin embargo ahora entendemos que ellos fueron puestos en el huerto para labrarlo y cuidarlo; en otras palabras: PARA MANIFESTAR LA GUIANZA Y LA PALABRA PRESENTE DEL SEÑOR. -Es lo mismo para nosotros.
¿Cómo podemos hacer lo que agrada a Dios? ¿Cómo podemos hacer la perfecta voluntad de Dios? No tenemos otra forma, solo el ejemplo del Señor Jesús (1 Ped. 2:21). Ahora, entendiendo que no tenemos otro ejemplo, sino solo al Señor, quiero hablar del ejemplo que tenemos en él en relación a los elementos que tomaron parte en su crucifixión: La corona de espinas, los clavos en las manos y en los pies, la sangre y el agua de su costado... etc. Cosas que si no seguimos y caminamos por ellas, no podemos seguir y continuar en el propósito de Dios, ni en la manifestación presente de su Reino. Tenemos que pasar por estos elementos de la cruz para poder caminar con rectitud y sincronización con Dios, en su propósito y voluntad en estos tiempos y en esta generación.
Primero. La Corona de Espinas. Esto tiene que ver para nosotros con un cambio de mentalidad, con circunstancias que vienen a nuestra vida para traer un efecto y consecuencia (Núm. 33:55-56. Prober. 24:30-33. Jueces 8:7. Jer. 4:3. Mat. 13:7. Heb. 6:8. Estos textos nos hablan del efecto de las espinas. En Mateo la semilla entre espinos es ahogada, y en Hebreos la tierra que produce espinos es maldecida por Dios. Estas son circunstancias y situaciones que nos perturban y nos afligen, pero en cada una de ellas hay una esencia de victoria y equipamiento. Estas sirven para traer un cambio de mentalidad, y a la vez un ajustamiento al propósito y voluntad Divina (Romanos 12:1-2). Lo malo es cuando la persona no sabe superar e ir más allá de los espinos (situaciones muchas veces traumáticas), y permiten que estas les ahoguen y les hagan INFRUCTUOSOS (Luc. 8:7). Tienes que pasar y aprobar esta faceta de crecimiento y madurez, donde tu mentalidad va a ser probada, atacada e impulsada a otros niveles de desarrollo. Y por ende tu forma de hablar y percibir son afectados, revolucionados, perjudicados o viceversa.
Segundo. Los clavos en las manos. Para el Señor Jesús, el Cristo de Dios, toda esta experiencia fue real y verdadera, para nosotros es algo simbólico, o puede que también nos lleguen a crucificar, pero como a Pedro: de cabeza, por cabezones. Para él los clavos fueron algo real y verdadero, ahora para nosotros todo ello son ejemplos, metáforas, analogías y símbolos, que tarde que temprano tendrán que ver en nuestra vida. Como en alguna discusión o enojo, en un percance o mal entendido, en una discusión acalorada donde uno termina herido por las palabras altisonantes. Muchas veces decimos que hay miradas y palabras que son como cuchillos que matan o como fuego que consume... etc. Ese es un lenguaje figurado o simbólico.
Las manos en la Biblia hablan de actividad, de ministerio, de trabajo, de implementación... etc. Esto nos quiere decir que todo nuestro trabajo y vida ministerial tienen que estar en conformidad con lo que Dios está haciendo en estos tiempos. Los clavos significan fijación, sostenimiento (claro que a Jesús no le sostuvieron los clavos a la cruz sino su amor y propósito, pero a la mentalidad romana, eso significaba). Antiguamente se ponía un clavo en la pared como perchero.
Tenemos que pasar situaciones que traspasan nuestras manos, pero que nos sujetan y nos ayudan a conformarnos con la mentalidad de Dios. Y todo lo que desarrollemos ministerialmente (Ministerio es tu vida), tiene que ser ajustado a Él.
Tercero. Los clavos en los pies. Las manos indican fuerza de implementación personal, pero los pies indican fuerza de avance, de alcance, apoyo, sostenimiento, prontitud y agilidad. Todo los eventos, cuestiones y sucesos que nos lleven a un avance en nuestra vida, a un alcance a ciertas metas y objetivos, tienen que ser resultados de un acuerdo con la mentalidad y visión del Reino. Es decir, tenemos metas, planes y objetivos a los cuales arribar, los cuales de antemano sabemos que están confirmados por Dios, pues él pone el querer como el hacer por su buena voluntad: o de alguna manera nos a mostrado que hacia allá es el seguimiento a manifestar, y entendemos que se nos van a ocurrir estrategias o diferentes medios que nos llevarán a ese fin deseado. Pues esos medios y estrategias a implementar tienen que estar en conformidad con la misericordia y gracia de Dios. La misericordia de Dios es para todas las personas y creación de este mundo; pero la gracia de Dios es su fuerza, sus dones y talentos, su equipamiento y habilidad; y esta no es para todos los que se dicen ser "cristianos", no, es solo para aquellos que se disponen y se proponen a la consumación del plan y propósito de Dios. Toda actividad realizada por las manos y los pies (es decir productividad personal, familiar, global y mundial) tiene que ser inspirada y conformada por Dios. Sino no hay bendición verdadera, solo lo que hay es una sombra de la verdad que al final nos llevará por ese camino de muerte. Tengamos cuidado y busquemos de Dios siempre su gracia y confirmación de todo. Tenemos que estar en acuerdo con Dios en nuestros talentos, dones, emociones y actividades.
Cuarto. La lanza que traspasa su costado del cual sale sangre y agua. La espada o lanza de Dios debe de estar traspasando constantemente nuestra mente (Hebreos 4:12-13). Esto significa que tenemos que orar, cantarle a Dios (no estoy hablando de ser religioso ni denominacionalista, sino de tener memoria de él constantemente), leer su Palabra, ayunar o velar si hay propósito alguno. LA CUESTIÓN Y CLAVE ES TENER CONCIENCIA O CONCIENTIZACIÓN DE DIOS 24 HORAS AL DÍA. Para que la sangre y el agua de revelación dada por Jesús el Cristo, mane de nuestro interior hacia nuestro exterior, no solamente de palabras, sino a través de nuestros frutos, acciones y hechos manifestados.
Gálatas 2:20, dice: Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Tenemos que pasar por esta experiencia de muerte al yo, de negación a nosotros mismos, solo así podremos ser vasos o vasijas que Dios escoge para derramar en ellos la guianza y plenitud del Espíritu Santo y el conocimiento de Su gloria, pues eso será lo que le represente delante de todas las naciones que a uno le circundan. Dios está buscando una vasija nueva.
Colaborador: Leobardo Jaimes Duarte.
Centro Integral De La Familia. Una Rama de Fundación Autoestima.
Miembro de la Red DOKIME México.